Madam President [of the European Parliament, Roberta Metsola], Madam President of the [European] Commission [Ursula von der Leyen], dear Members of the European Parliament,
I am going to speak in Spanish, while you are using your headphones…
Quiero usar estos primeros minutos para recordar la figura de un Presidente del Parlamento Europeo, [José María] Gil-Robles, que nos dejó hace unos días. Un gran europeísta, presidente de los Federalistas Europeos, con quien he compartido muchos caminos en la construcción europea.
Señoras y señores diputados,
Intervengo en este debate en nombre y representación del Consejo de la Unión [Europea], cuyas formaciones de asuntos exteriores y defensa tengo el honor de presidir.
Hablo, por tanto, desde el punto de vista intergubernamental – uno de los dos pilares que [hacen] funcionar la Unión Europea. Después, la Presidenta de la Comisión [Europea, Ursula von der Leyen] hablará desde la perspectiva comunitaria. Voy a intentar no contarles dos veces la misma cosa.
Sin embargo, en la función del Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, es también hacer el puente y coordinar las acciones y las decisiones que toman los Estados miembros con la política exterior de la Comisión Europea. Esta función es doble: por una parte, la política exterior y, por otra parte, la seguridad y la defensa – que no es lo mismo, aunque una cosa a veces es la continuación de la otra.
La guerra en Ucrania ha puesto de relieve la importancia de la política común de seguridad y de defensa. Ha sido un despertar para Europa, un despertar geopolítico. Y, como dijo el Canciller [de Alemania, Olaf] Scholz unos días después de la invasión, esto ha sido – y seguramente lo voy a pronunciar mal de en alemán – una Zeitenwende. Pero lo ha sido no solo para Alemania. Lo ha sido para toda Europa. Un despertar frente a una realidad nueva para nosotros, que era la guerra, que habíamos sacado de nuestro horizonte intelectual. Habíamos bajado la guardia, y buena prueba es el bajísimo nivel de nuestros stocks militares y la escasa capacidad de nuestra industria de defensa para reponerlos.
Sí, la invasión rusa de Ucrania ha representado una extraordinaria llamada de atención porque nos embarca en un mundo nuevo. En un mundo donde todo se ha convertido en un debate geopolítico y al que la Unión Europea ha dado una respuesta – que les toca a ustedes hoy juzgar y debatir. Espero que este debate sirva para eso, para poner de relieve lo que hemos hecho: ustedes ya lo saben, no se lo voy a repetir. ¿Cómo lo juzgan, los representantes de los pueblos de Europa? ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
¿Qué hemos hecho? Apoyar a Ucrania militar, económicamente, financieramente, diplomáticamente, tanto como hemos podido. Mucho, pero en mi opinión, no lo suficiente.
He estado en Ucrania recientemente con la Presidenta de la Comisión y mis colegas Comisarios, atendiendo también a la Cumbre entre la Unión Europea y Ucrania. Y allí he visto una vez más a un pueblo que defiende su libertad y su independencia, y a unos líderes que tratan de hacer frente a esta dramática situación siguiendo el camino hacia Europa.
Se lo dijo aquí el Presidente [de Ucrania, Volodymyr] Zelenskyy hace unos días. Y sí, hoy la situación en Ucrania es dramática, pero los ucranianos miran hacia Europa como tantos otros pueblos – también el mío – lo miraron como un futuro prometedor. Puede que su camino sea largo – porque la guerra va a ser larga – pero hemos de hacer todos los esfuerzos posibles para que esta promesa no se frustre. Al contrario, para que una Ucrania que salga vencedora de esta guerra encuentre en la familia europea – a la que ya pertenece de facto – el futuro que necesita.
Hoy la situación militar en el terreno es extraordinariamente preocupante. Hay más de 360.000 soldados rusos – el doble de los que había antes de la guerra. La contraofensiva rusa ha empezado, aunque sea en pequeña escala. Por primera vez, Ucrania no tiene a la ventaja del mayor número de tropas en el terreno.
Y por eso, Ucrania continúa llamando a los Estados miembros de la Unión y a todos los que la ayudan. Nos reunimos ayer en el marco de Ramstein, de los países que coordinamos la ayuda militar a Ucrania, para ver dónde estamos, qué hemos hecho, qué les hemos dado como ayuda, qué necesitan – en particular, más municiones y más entrenamiento para sus soldados -, para seguir demostrando que no vamos a cejar en nuestro apoyo a Ucrania.
Señoras y señores diputados,
Me voy a poner la venda antes de la herida, y voy a decirles que a mí la guerra me gusta tan poco como a cualquiera de ustedes. No soy un war-monger. Je ne suis pas un va-t-en-guerre. No tengo ningún ardor guerrero. No me gusta la guerra. Claro, prefiero la paz – como casi todos ustedes, como todos, no hace falta que lo repitamos.
Pero lo que sí tenemos que repetir y discutir es cómo se alcanza la paz. Para alcanzar la paz tenemos que seguir apoyando militarmente a Ucrania más de lo que lo hemos hecho. Este va a ser uno de mis mensajes fundamentales. Para ganar la paz, primero hay que ganar la guerra. Y se puede ayudar militarmente a Ucrania y al mismo tiempo, va a hacer todos los esfuerzos diplomáticos necesarios para que la paz llegue cuanto antes. No son dos cosas alternativas ni contradictorias, hay que hacer las dos cosas a la vez. Apoyarles más y hacer más esfuerzos diplomáticos y pronto en la Asamblea de las Naciones Unidas, tendré ocasión de hacerlo y pedir al Secretario General [de las Naciones Unidas, António Guterres] que inicie, si puede y quiere, un proceso de mediación, de interlocución en el que hasta ahora todo el mundo ha fracasado porque todo el mundo que ha hablado con Putin ha vuelto con el mensaje de que quiere continuar esta guerra hasta conseguir sus objetivos militares.
Es de una extraordinaria ingenuidad pedir que se pare la ayuda militar a Ucrania para que la guerra sea más corta y para que se construya más pronto la paz. Y digo ingenuidad, por no utilizar una palabra más fuerte. No, se pueden hacer las dos cosas. Y se dejamos de apoyar militarmente a Ucrania, la paz que conseguiremos no será una paz: será una victoria de Rusia que para nosotros sería una extraordinaria amenaza a nuestra seguridad.
¿Entonces, qué hemos hecho? ¿Qué ha hecho el Consejo, al que represento aquí hoy? Pues, primero, ha aprobado un impresionante paquete de sanciones, 9 paquetes – el décimo está en camino, y seguro que la Presidenta de la Comisión hará referencia a él – con el objetivo de debilitar la economía rusa. Se ha conseguido. Muchos dicen que las sanciones son ineficientes, que no han debilitado la economía rusa y que, al contrario, nos producen efectos negativos sobre nosotros mismos.
Bien, es cierto que la economía rusa no ha colapsado y que es la tasa de crecimiento de su PIB no es la que se había previsto. Es cierto que el año pasado tuvo unos ingresos excepcionalmente altos – tanto por gas como por petróleo. Pero las cosas están cambiando.
Gracias a nuestras sanciones y, en particular, gracias al “cap” que hemos impuesto en el petróleo. Si ustedes miran los tres parámetros fundamentales de una economía: [respecto a los] ingresos por hidrocarburos – el propio Ministro de Hacienda ruso decía hace dos días que en enero son el 46% más bajos que en enero del año pasado. Sí, tuvieron muchos durante el año 2022 porque los precios escalaron de una forma histérica y nosotros todavía dependíamos de ellos – ya no lo hacemos. Uno de nuestros grandes éxitos ha sido reducir prácticamente cero nuestra extraordinaria dependencia energética de Rusia. [Los ingresos por hidrocarburos rusos son] 46% más bajo de enero sobre enero. Si miran al déficit público, el déficit público ruso está explotando. Es 14 veces más alto en enero del 2023 que en enero de 2022. 14 veces más alto, de 2 billones [de euros] a 1,8 trillones [de euros]. Y si miran la balanza comercial, verán que sí, tuvieron un gran surplus en el 2022 – entre otras cosas, por una extraordinaria cosecha de trigo – pero, en enero del 2023, está en su mínimo histórico desde la de la media desde el año 2007. Déficit comercial, déficit público, ingresos por hidrocarburos.
Las sanciones son un veneno de acción lenta como los que están hechos en base arsénico: tardan en producir sus efectos, pero lo hacen. Y lo hacen de una forma irreversible.
El 45% de la dependencia tecnológica de Rusia es con respecto a Europa. Sus fábricas de coches y aviones han perdido el 80% de su capacidad. Sí, el rublo es fuerte artificialmente, pero la economía rusa va a pagar un precio altísimo por esta guerra. Han perdido su principal cliente energético – que somos los europeos – y no lo volverán a tener. Y no va a ser fácil, casi imposible encontrar un cliente alternativo para su gas, porque China está demasiado lejos. Y su petróleo lo venden a 40 dólares el barril. Es decir, a la mitad del precio del Brent. Y se lo compran a rebaja India y China, y esa rebaja es debida también al efecto de nuestro “price cap”, que es un gran éxito político porque ha conseguido reducir los ingresos de Rusia y no alterar el mercado petrolero mundial.
Sí, nuestras sanciones están surtiendo efecto. Lentamente, pero seguramente. Minando las bases tecnológicas y comerciales y energéticas de la economía rusa. Putin ya ha perdido la batalla de la energía. Como también está perdiendo moral y políticamente la guerra incluso, hasta ahora, militarmente – aunque Ucrania todavía no haya ganado.
La segunda cosa que ha hecho el Consejo, además de aprobar estos paquetes de sanciones – propuestos conjuntamente por la Comisión [Europea] y el Alto Representante en un trabajo conjunto, que quiero agradecer a la Presidenta de la Comisión por su liderazgo y energía en esta materia – además de eso, hemos armado a Ucrania. Sí, por primera vez la Unión Europea ha utilizado recursos no de su presupuesto, pero sí recursos del conjunto de los Estados miembros para armar a un país en guerra.
Y si sumamos lo que hemos dado con el Fondo Europeo de la Paz y lo que cada país ha hecho por su cuenta bilateralmente, estamos alcanzando un importe de ayuda militar que ronda los 12.000 millones de euros dentro de un paquete de ayuda total que supera los 60.000 millones de euros. Globalmente, nadie ha hecho más que Europa para ayudar a Ucrania en términos económicos y financieros. Nuestra ayuda militar – menor, sin duda, que la americana – no es en absoluto despreciable.
Pero ayer en Ramstein dije, y lo quiero repetir aquí, que tenemos no solo que continuar esta ayuda, sino que la tenemos que incrementar. Y hago una llamada a todos los países europeos que disponen de carros de combate modernos y eficaces, que están acumulando polvo en sus cuarteles y que no sirven para nada, a que los den a Ucrania, y que los den cuanto antes.
Porque esta primavera y verano será decisiva. La guerra se va a decidir en esta primavera y verano. Y hemos estado demasiado tiempo discutiendo si dábamos o no dábamos los famosos Leopards. Mientras tanto, Rusia preparaba su ofensiva. Hemos estado demasiado tiempo discutiendo decisiones que tenían que haber llegado antes, temerosos de que nuestra involucración en la guerra nos condujera a una pseudo beligerancia. No, hemos anunciado que daremos carros de combate y no ha habido ninguna “tercera Guerra Mundial”. Por cierto, los carros de combate todavía no están allí y tardarán en llegar.
Y como el tiempo es fundamental, y el tiempo se mide en vidas, es mi papel como responsable del Fondo Europeo para la Paz y de coordinar las acciones de los Estados miembros en la ayuda militar, pedir más y más rápida ayuda a Ucrania.
Ese es el mensaje fundamental que quisiera hacerles pasar, pero a continuación debo decirles, repetir la idea de que esta ayuda militar no es ni contradictoria ni alternativa a la búsqueda de la paz por medios diplomáticos. Que una cosa puedo ir con la otra. Y, créanme, no entiendo a aquellos que dicen que para negociar primero hay que dejar de apoyar militarmente a Ucrania. Al contrario, hay que hacer las dos cosas a la vez. Esto no es un debate entre palomas y halcones. Esto es un debate desde el realismo: conociendo cómo son las cosas en el terreno y qué podemos y debemos hacer.
Y esta también es una llamada de atención para que Europa entienda que su capacidad militar tiene que ser mucho mayor de lo que es. Que nuestra industria militar tiene que ser más potente. Que la capacidad de nuestros ejércitos para hacer frente a una situación como esta tiene que ser mayor, porque se ha demostrado que no era la suficiente.
Esta guerra será larga. Y nosotros tenemos que abordarla desde el convencimiento de que una guerra de “attrition”, una guerra de desgaste, es en el fondo una batalla logística, es una batalla de información. Viendo la dimensión geopolítica de esta guerra porque el Wagner que nos encontramos en el Sahel es el mismo Wagner que está luchando en Ucrania. Y responde al mismo papel geopolítico de una Rusia que utiliza su petróleo, su trigo, su capacidad de nuclear civil, sus minerales, para desarrollar una geopolítica a la que tenemos que hacer frente con mayor determinación.
Este es el trabajo que también tienen ustedes que hacer, señoras y señores diputados. Porque tenemos que convencer a los ciudadanos europeos que no cabe flaquear. Que la guerra tiene un coste, pero que la libertad también lo tiene. Que el coste de verdad lo está pagando Ucrania, que el nuestro es pequeño comparado con el suyo, y que sería mucho mayor si Putin ganara la guerra.
No, no la puede ganar. Esta guerra la tiene que ganar Ucrania para construir una paz estable en Europa.
Muchas gracias.
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